“Alaska y Segura” ha sido una de las mejores propuestas de nuestras teles a lo largo de este 2015 que ya vamos encauzando hacia la mitad. Los buenos presagios por el cambio de cadena, de La 2 a TVE1, pese a su emisión en plan late night han resultado negativos de principio a fin. Primero porque el estilo del programa es apropiado para la Segunda Cadena, con ese rollo entre alternativo, cultureta, inteligente y lleno de referencias cinéfilas y televisivas. La hora en que se ofreció en anteriores etapas también resultaba más acertada.
Y es que las 10 de la noche es momento ideal para considerar esta oferta como una propuesta contraria a lo que se emite en el resto de canales en sus prime times. Poder escuchar una charla con actores, cantantes, literatos. Gentes del calibre de Carmen Maura, Paco León o Carmen Machi. Sin diferenciar al nombre propio del currante que da sus primeros pasos. Con muchos toques retro, desde los anuncios clásicos a las reuniones particulares, como la de Sánchez Dragó con Fernando Arrabal tras su mítica borrachera hablando del mileniarismo. Música en directo, espectáculos originales y un público latente que degusta el espacio a tope. Dignidad al extremo.
“Alaska y Segura” disfruta de una magnífica realización, con planos interesantes, innovadores y efectivos, con titulares entrecomillados, participación de su minoritaria pero escogida audiencia a través de redes sociales y masterclass con la que poder pensar en los temas tratados. Con entradas como la de Loquillo en un gigantesco camión. Antológico fue el último programa emitido, homenaje a “La bola de cristal”, con los Electroduendes originales campando a sus anchas, la bruja Avería mandando curiosos mensajes políticos desde el pasado, entrevistas a Santiago Auserón o Pablo Carbonell, Kiko Veneno recuperando su “Me siento tan feliz” e imágenes del final de aquella “bola”.
En aquel gag, la propia Alaska rompía la bola por obligación de la nueva directiva del Ente de finales de los 80. Pero dentro se encontraban numerosas y pequeñas bolas de cristal, dejando el guiño de que el efecto de aquel espacio no se podía destruir, ya que el germen estaba muy arraigado en nuestra sociedad. Y no se equivocaban, somos la generación surgida de aquella bola que nos enseñó la libertad y el entretenimiento unido a la inteligencia. Y aunque esta semana “Alaska y Segura” ni siquiera se ha emitido por la innecesaria emisión de un telefilme que podría haberse pasado cualquier otro día a cualquier otra hora, la musa de la movida merece terminar su tercera etapa como la divina estrella que es. El error del programa es hacerlo tan bien, no estamos acostumbrados.
